Primer Acto:
De cómo me hice pana del Olla de Habas
“A ver loquito apóyate con esas “lucas” que ando esss chiiiiiro pana”
Esa fue la primera cosa que me dijo el Olla de Habas mientras me arrinconaba en la pared. Yo me preguntaba si podría ser peor. Pues sí. Luego que le entregué la poca plata que cargaba (entre 3 y 5 mil devaluados y ahora inexistentes sucres) el man se fijó en mis zapatillas deportivas caña alta de gamuza marca HiTec (aniñadísimas!!!) que ya tenían algún tiempo midiendo calles calzadas en mis pies.
“Y como es con esa tillas y esos tolones? Al paso sácate que ando embalaaado y te puedo ir dando el vire!!!”
“Mierda, por una grande puta!!! Chato cara de la buena verga!!! Longo infame maldito borracho desadaptado!!! Relajoso malparido!!!”... esas y un montón de blasfemias más en contra del causante de toda la bronca que me había colocado en ese lugar, se cruzaban por mi mente , frente a mi un delincuente armado y medio grifo, queriéndome mandarme pata al suelo a la casa.
“Hazte el loooco como que estas pluuuto y callaraste chucha!!!“
Del otro lado de la calle venía un grupo de tipos, el Olla de Habas para disimular me abrazó con la extremidad en que tenía el arma cruzándola bajo mi chompa y empezamos a caminar, se oyó un silbo de esos que mezclan tonos largos y cortos con altibajos y repeticiones, o sea de esos típicos de los panas del barrio. Eran “Los Ñekos”, una pata de guambras raperos del San Juan marginal de los años 90’s (existe una gran diferencia entre mi San Juan 90210 y el San Juan Marginal). El Olla de Habas aparentemente tenía algún pito con los manes, se empezaron a acercar y yo simplemente me preparaba para lo peor.
“Cómo es la movida ah??? Que haces por estos lados guambra???”
Se dirigían al Olla de Habas, el man se puso alerta, les dijo que yo era el primo y que me estaba llevando a la casa por que me había chumado, que era "ahisito no más" en las gradas, me hizo cruzar la calle y yo haciendo mi papel de borracho le decía que les traiga a los panas para tomarnos un traguito, subimos por las “famosas gradas que dan a mi casa” las mismas que salen a una calle cerca del viejo Hospital Militar, casi por la mitad me volvió a insistir en lo de las “tillas y los tolones”. El revolver brillaba, yo me comía mierda de la rabia. Nuevamente se oyó un silbo, venía desde la parte alta de las gradas, pero este era diferente, el Olla de Habas regresó a ver y sonrió.
“Ñañito!!! Ya se nos armó la bareteadassshhh a vaca de este manciiito!!!”
Mientras el Olla de Habas decía esto dirigiéndose a los tipos que bajaban en dirección a donde nos encontrábamos, solo pensaba y balbuceaba para mis adentros: mierda!!! puta madre!!! mierda!!! la gran puta!!!. Dicen que cuando vas a morir toda tu vida pasa frente a tus ojos, ese instante me pasó algo semejante vi momentos de mi vida que creía haber olvidado, instantes malditos que hasta hoy están bloqueados en mi cerebro, estaba seguro que el rato que lleguen los otros manes todo se iba a poner peor de lo que ya estaba, arrimado al umbral de una puerta me había quitado ya un zapato y estaba quitándome el otro cuando alcé la vista y por primera (y creo única) vez me dio gusto verle al Chato.
“Visijuepugta!!! Le has estado robando a nuestro pana.... aguanta man fresquéate!!!
Las explicaciones de rigor fueron dadas, el Olla de Habas guardó el revolver no sin antes asegurarse que de verdad yo era pana del Chato y del Capone, luego me dio la mano y me dijo: “tendrás cuidado que por estos lados roban”.
Esa noche para pasar el susto y limar asperezas los cuatro nos pegamos una de las borracheras mas grandes y memorables que puedo recordar, el Chato y el Capone creían que yo me había ido de largo para la casa (que buenos panas) y recordaron que en la casa de Las Tiburcias había una fiesta, cuando me encontraron siendo despojado de mis zapatillas deportivas caña alta de gamuza marca HiTec (aniñadísimas) ellos simplemente se estaban dirigiendo a la lico a comprar unas dos botellitas de Trópico para amenizar la fiesta. Recuerdo que entrada la madrugada el Olla de Habas y yo bailábamos mosh y coreábamos “Moriré con las botas puestas” de Angeles del Infierno.
Continuará...
Esa fue la primera cosa que me dijo el Olla de Habas mientras me arrinconaba en la pared. Yo me preguntaba si podría ser peor. Pues sí. Luego que le entregué la poca plata que cargaba (entre 3 y 5 mil devaluados y ahora inexistentes sucres) el man se fijó en mis zapatillas deportivas caña alta de gamuza marca HiTec (aniñadísimas!!!) que ya tenían algún tiempo midiendo calles calzadas en mis pies.
“Y como es con esa tillas y esos tolones? Al paso sácate que ando embalaaado y te puedo ir dando el vire!!!”
“Mierda, por una grande puta!!! Chato cara de la buena verga!!! Longo infame maldito borracho desadaptado!!! Relajoso malparido!!!”... esas y un montón de blasfemias más en contra del causante de toda la bronca que me había colocado en ese lugar, se cruzaban por mi mente , frente a mi un delincuente armado y medio grifo, queriéndome mandarme pata al suelo a la casa.
“Hazte el loooco como que estas pluuuto y callaraste chucha!!!“
Del otro lado de la calle venía un grupo de tipos, el Olla de Habas para disimular me abrazó con la extremidad en que tenía el arma cruzándola bajo mi chompa y empezamos a caminar, se oyó un silbo de esos que mezclan tonos largos y cortos con altibajos y repeticiones, o sea de esos típicos de los panas del barrio. Eran “Los Ñekos”, una pata de guambras raperos del San Juan marginal de los años 90’s (existe una gran diferencia entre mi San Juan 90210 y el San Juan Marginal). El Olla de Habas aparentemente tenía algún pito con los manes, se empezaron a acercar y yo simplemente me preparaba para lo peor.
“Cómo es la movida ah??? Que haces por estos lados guambra???”
Se dirigían al Olla de Habas, el man se puso alerta, les dijo que yo era el primo y que me estaba llevando a la casa por que me había chumado, que era "ahisito no más" en las gradas, me hizo cruzar la calle y yo haciendo mi papel de borracho le decía que les traiga a los panas para tomarnos un traguito, subimos por las “famosas gradas que dan a mi casa” las mismas que salen a una calle cerca del viejo Hospital Militar, casi por la mitad me volvió a insistir en lo de las “tillas y los tolones”. El revolver brillaba, yo me comía mierda de la rabia. Nuevamente se oyó un silbo, venía desde la parte alta de las gradas, pero este era diferente, el Olla de Habas regresó a ver y sonrió.
“Ñañito!!! Ya se nos armó la bareteadassshhh a vaca de este manciiito!!!”
Mientras el Olla de Habas decía esto dirigiéndose a los tipos que bajaban en dirección a donde nos encontrábamos, solo pensaba y balbuceaba para mis adentros: mierda!!! puta madre!!! mierda!!! la gran puta!!!. Dicen que cuando vas a morir toda tu vida pasa frente a tus ojos, ese instante me pasó algo semejante vi momentos de mi vida que creía haber olvidado, instantes malditos que hasta hoy están bloqueados en mi cerebro, estaba seguro que el rato que lleguen los otros manes todo se iba a poner peor de lo que ya estaba, arrimado al umbral de una puerta me había quitado ya un zapato y estaba quitándome el otro cuando alcé la vista y por primera (y creo única) vez me dio gusto verle al Chato.
“Visijuepugta!!! Le has estado robando a nuestro pana.... aguanta man fresquéate!!!
Las explicaciones de rigor fueron dadas, el Olla de Habas guardó el revolver no sin antes asegurarse que de verdad yo era pana del Chato y del Capone, luego me dio la mano y me dijo: “tendrás cuidado que por estos lados roban”.
Esa noche para pasar el susto y limar asperezas los cuatro nos pegamos una de las borracheras mas grandes y memorables que puedo recordar, el Chato y el Capone creían que yo me había ido de largo para la casa (que buenos panas) y recordaron que en la casa de Las Tiburcias había una fiesta, cuando me encontraron siendo despojado de mis zapatillas deportivas caña alta de gamuza marca HiTec (aniñadísimas) ellos simplemente se estaban dirigiendo a la lico a comprar unas dos botellitas de Trópico para amenizar la fiesta. Recuerdo que entrada la madrugada el Olla de Habas y yo bailábamos mosh y coreábamos “Moriré con las botas puestas” de Angeles del Infierno.
Continuará...
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