En realidad no es un baúl, es una caja de cartón, alberga en su interior una parte básica de mi adolescencia y fundamental en mi vida actual. No la tenía presente, pero tampoco la había olvidado, simplemente estaba allí esperando a ser redescubierta, esperando su triunfal regreso a mis manos, regreso lleno de euforia, lágrimas, alegría, rabia... de todo un poco, no creí poder recordar tantas cosas buenas y malas, ni sentir tan cerca cosas de hace tantos años, solo con abrir esa caja.
Años atrás cuando abandoné la casa de mis padres hubo muchas cosas que no pude llevarme y quedaron encargadas en la buhardilla llenándose de polvo, junto con otras que ya estaban ahí años atrás. Un día que fui de visita mi madre me pidió colgar un cuadro, subí a la buhardilla a buscar el martillo, mientras lo hacía me fijé en el montón de cosas allí arrumadas. La vieja bicicleta de mi hermana a la que nunca pudieron arreglarle la cadena, esa maldita secadora que nunca se usó porque consumía demasiada luz, aquella maleta con los uniformes militares de mi viejo y por ahí en una esquina, al fondo, junto a mi vieja patineta, mi añorado tocadiscos, algunos posters y esa detestable máquina de escribir, se encontraba aquella caja de cartón.
Eran otros tiempos, sin internet ni tanto talk show en la TV, donde el estudiante común aún hacía los deberes con aparatos como este y los que gracias a Diosito (Sánchez) tenían una 486 usaban Wordperfect y Q-Pro como herramientas básicas, todavía se podían ver discos de 5¼ y lo último que nos imaginábamos era que un día estariamos dolarizados. En esos tiempos los CD’s eran para muchos de nosotros un lujo inalcanzable, la piratería aun no anclaba en estas tierras, pero la tecnología de ese entonces ofrecía a los amantes de la música la posibilidad de almacenar la música de nuestros artistas preferidos en artefactos como éste:
Mi “baúl de los recuerdos” estaba compuesto, si la memoria no me falla, de mas de 450 de estos dispositivos; los robos, pérdidas, préstamos y daños propios del descuido o mala utilización (destapar botellas de cerveza por ejemplo) mermaron dicha cantidad dejando en existencia apenas 287 unidades, que al encontrarlos aquel día en la buhardilla de la casa de mis padres me devolvieron esa parte medio agresiva y salvaje que andaba medio apagada.
Como no sentirse inspirado oyendo las grabaciones hechas directamente desde los acetatos originales de Judas Priest, W.A.S.P., KISS, Iron Maiden, Scorpions, Black Sabbath; como no sentirse sicodélico oyendo aquellas grabaciones de Ten Years After; Janis Joplin, Led Zeppelín; como no sentir nostalgia oyendo la flauta de Ian Anderson al frente de los Jehtro Tull; como no sentirse medio maniático oyendo el “Island Years” de Anthrax o el “Decade of Aggression” de Slayer o los clásicos de Motorhead o Testament; como no volverse un completo salvaje después de oir a los, Carnivore, Death, Dismember, Kreator, Exodus, Destruction, Morbid Angel o Deicide
Ando hecho bestia oyendo full de ese viejo metal extremo, hace tiempo no me perforaba la cabeza con sonidos tan potentes, me siento mas vivo que nunca y les aseguro que las terapias de autodestrucción funcionan...
Desde que oigo Unleashed y Suffocattion a la hora de ir a la cama duermo como un bebé y el insomnio ha desaparecido
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