Cuando ando por la calle, sobre todo por la noche, trato de no acercarme mucho a la gente, no es que tema a las personas, sino que la cara de choro que me manejo en mas de una ocasión ha ocasionado espanto en los transeuntes. Por tal motivo a fin de evitarles malos ratos a los ciudadanos de a pie que se movilizan por las aceras de la esta franciscana ciudad prefiero guardar distancias.
La noche del último viernes no fue la excepción, luego de casi 30 minutos de pestilencia, apretujones, empujones y lo mas terrible de todo la evidente e innegable cara de hastío y repugnancia por la vida que cargan aquellos que se movilizan en los sistemas de transporte masivo patrocinados por el municipio, luego de tremendo espéctaculo que me recuerda que a pesar de las broncas que tengo siempre hay alguien que está peor que yo, llegué a la parada donde habitualmente desembarco para dirigirme a casa.
Eran como las 20H00, las puertas del transporte abrieron y salí de ese mugriento bus yendo por mi lado evitando el contacto con la raza humana, detrás de mi gente de todo tipo y entre todos ellos llamaban la atención un par de negros cuya apariencia delataba que no eran futbolistas ni músicos de marimba. No me inmuté, había bastante gente, así que la posibilidad de ser asaltado era mínima, además si me veían directo a la cara habrían dicho "este man es del gremio" y por último en el caso de que me hubieran asaltado lo único que se hubieran llevado es un nokia 3220 bastante maltrecho y unos de que tres dolares en monedas.
Salía de la parada mientras pensaba en todas esas patrañas al ver que la presencia de esos negros intimidaba a toda la gente que salía junto y mientras sentía la necesidad imperante de fumarme un marlboro rojo una voz susurró a mis espaladas "por favor acompáñame" al tiempo que sentí una mano cruzando mi brazo izquierdo, mientras una sensación de vacío en el estómago se hacía presente y un escalofrío intenso me ponía la piel de gallina.
Volví la vista y prendida de mi brazo se hallaba una tipa de unos 22 a 24 años, cabello oscuro y escalonado mas bien corto, blanca tirando a pálida, ojos oscuros, nariz recta, labios bastante comunes. Pequeña y muy delgada, vestía un pantalón blanco que se ajustaba exactamente a sus flacas piernas y que de alguna manera le hacía lucir un trasero bastante "potable" para su contextura física. Vestía una chompa fucsia de esas que tienen piel por dentro y una gran capucha, la blusa era bastante "llamativa" y no por ser del mismo color que la chompa sino por que no dejaba mucho a la imaginación y revelaba unos bonitos y exactamente proporcionados "atributos".
Me quedé pasmado cuando me agarró del brazo, la miré directo a los ojos y le dije "oye qué pasa?!?!?!" y traté de alejarme, ella me sujetó con ambas manos mientras seguía mis pasos y me decía "acompáñame porfa, esos manes me quieren robar" (se refería a los negros). Miré hacia atrás y los tipos referidos se encontraban a pocos pasos de ella, puso su mochila entre los dos, me abrazo bien fuerte contra los tubos de la rampa por la que abandonabamos la parada exclamando "qué bueno encontrate mi amor!!!", sentí que temblaba completamente a la vez que tuve que sotenerla pues venía en avanzado estado de embriaguez y casi se desploma.
Los negros pasaron junto a nosotros seguidos de algunas personas mas, mientras me miraban con desprecio uno sonrió y dijo "buen provecho socio!!!" y siguieron su camino. La tipa no dejaba de abrazarme, me sentía algo incómodo por la situación, pero para que negarlo la cosa no estaba tan mal después de todo, un montón de ideas degeneradas y pervertidas cruzaron mi podrida cabeza, la imaginaba encima mío desnuda y moviéndose frenéticamente mentras mis manos agarraban sus pequeños senos y el sudor de sus ingles se confundía con los fluidos propios del momento.
"¿Ya se fueron?" preguntó luego de un par de minutos. "Si... no hay nadie" le dije. Se separó me miró y me dió las gracias. Me preguntó en que lugar estaba, me pidió señas de como llegar a la dirección de su casa, alegó haberse cambiado apenas unos pocos días atrás y todavía no conocer bien el sector. Comedidamente respondí todas sus inquietudes, caminamos a una tienda donde compró una botella de agua al tiempo que me invitaba a que pida cualquier bebida o lo que quisiera de comer, no pedí nada. Se tomó el agua de un solo bocado, salimos a la vereda y me preguntó nuevamente como debía llegar a su casa, volví a darle las instrucciones y le sugerí que mejor tome un taxi pues era una distancia algo considerable la que debía recorrer. "No, taxi no... prefiero caminar... ahí me pasa rápido la borrachera" dijo. "Mira que estás un poco lejos" le dije.
De pronto, no se como me dejé convencer (la verdad no fue difícil), nos hallábamos caminando en dirección a su casa, que quedaba a igual distancia de la mía con respecto a la parada en que nos bajamos solo que en el punto cardinal opuesto. Los pensamientos lujuriosos y depravados que incluían trajes de cuero, posiciones con nombres impronunciables, mordiscos y arañazos, 3 en la frente, CDPA y Sa-Sa-Sa (no me refiero a ninguna canción) seguían apareciendo en mi enfermo cerebro, malévolos pensamientos rondaban mi mente, los mismos que se desvanecieron cuando al cruzar la 4ta. o 5ta. esquina la muchacha en cuestión se inclinó contra la pared y arrimando ambas manos procedió a vomitar hasta los intestinos. Pude ver resiudos de tomate y lechuga, tambien arvejas y arroz blanco mientras raspaba la punta de mi zapato contra la vereda y la basta de mi pantalón contra un poste para quitarme las salpicaduras del hediondo vómito que ella se mandó.
El esfuerzo de regurgitar le dejó débil, se puso pálida y temblaba mucho mas que cuando vió a los negros, le abracé y la llevé hasta su casa. Una mujer de unos 38 años salió a recibirla, era su hermana, casi no me tomó en cuenta y se asustó mucho al ver el mal estado en que la chica llegaba. Di media vuelta y empecé a caminar, aceleré algo el paso pues advertí que cerraban la tienda ubicada en la siguiente esquina y ahora las ganas de fumar un marlboro rojo eran mas intensas. De pronto escuché "Oye!... espera oye!". Miré de reojo y la tipa borracha bajaba hacia mi, se acercó me abrazó, me agradeció por llevarle a casa mientras me daba un lápiz delineador de ojos y me pedía que le anote mi número en una servilleta con restos de salsa de tomate y algo pegajoso y amarillento que parecían mocos. Le anoté mi número de celu, me besó la mejilla haciendo trompita y volvió a su casa arrimándose de la pared. Volví a tomar mi camino y maldije pues la tienda ya estaba cerrada. Caminé a casa riendo de la situación y luego pensando en otras pendejadas sin sentido, a pocas cuadras de mi depa finalmente compré cigarrillos. Eran casi las 21H30.
A la mañana siguiente recordé el asunto y solo sonreí, me dediqué a las cosas que tenía que hacer y para la tarde ya me había olvidado del hecho. Por la tarde fui a jugar fútbol, mi celular quedó guardado en mi mochila junto con el resto de mis pertenencias. Volví por la noche tan cansado que solo me duché y me puse a ver películas. Ayer por la mañana me levanté mas tarde de lo que debía, tuve que salir corriendo para estara atiempo en un programa escolar de mi hijo realizado en una zona periférica de la ciudad. Por la tarde antes de volver a casa tuve que pasar por el médico pues un dolor muscular en mi pierna derecha se hizo presente el sábado durante el fútbol y ayer por la tarde se volvió insoportable. Regresé a la noche a casa, cansado y adolorido, esta vez me fui a dormir sin siquiera ducharme.
Hoy por la mañana mientras ordenaba un poco el cuchitril donde habito saqué el celu de la mochila, completamente descargado. Al llegar a la ofi conecté el cargador y me encuentro con un par de mensajes de voz, el primero decía:
"Hola soy Caro, otra vez millón gracias por acolitarme ayer, que bacan encontrar personas así, quería ver si te asomas para invitarte al cine o a comer algo, si puedes llámame al 09x xxx x44"
El segundo decía:
"Hola soy Caro, te llamé ayer, a ver si te asomas, llámame mi número es 09x xxx x44"
Hoy le devolví la llamada, mañana comeremos pizza juntos a las 19H00.
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