26 dic 2007

la cereza del pastel

No tengo nada en contra de los gays, de hecho tengo panas que lo son y como estamos en Ecuador país libre, soberano y democrático cada cual que vacile su movida como mejor pueda pero respetando el espacio y los derechos adquiridos de los demás.
Pasa pues que me fui a jugar futbol con los panas, tocó alquilar cancha en la Carolina ya que la propiedad de Nayón no está operativa al momento, una hora de testosterona, adrenalina, sudor y sobre todo Jogo Bonito fue suficiente para sacarme un poco de tribulaciones rarazas que tengo en la cabeza.
Como soy proletario y el parque La Carolina está muy lejos del barrio mas exclusivo del mundo: San Juan 90210, la idea de caminar, que por cierto estoy llevando a la práctica bastante, no era la mas adecuada dado el cansancio, la hora y la neblina que empezó a caer en la ciudad. Me fui a coger el trolebús (odio esa huevada!!!), con el brazo izquierdo sujetaba firmemente mi mochila y con la mano derecha me agarré de un tubo vertical, la gente a full y de pronto sentí un dedo recorriendo el lado externo de mi mano. No dije nada, me pareció algo casual producto del hacinamiento al que habitualmente están sometidos los usuarios de esa porquería de transporte.
Pasaron apenas unos pocos segundos y nuevamente sentí el contacto de una mano sobre la mía, miré de soslayo y un tipo era el que tocaba mi piel, moví instintivamente mi mano hacia arriba del tubo y puse pilas porque la huevada ya me pareció anormal. Luego de algunos segundos mas volví a sentir el contacto de la mano de ese tipo con la mía, esta vez volteé completamente el cuello y el tipo me miraba, se notaba en su semblante que esta medio eléctrico (o sea ebrio o capaz volado), en ese instante el man me agarró la mano de lleno y se mordió el labio inferior haciendo una mueca bien lujuriosa.
Hoy fue un día de esos en que ni yo me soporto, desde el lunes se han dado sucesos bastante frikies que me han puesto medio cabreado, mientras duró el partido de fútbol ne divertí mucho y puedo asegurar que me relajé, lo único que quería al subirme a ese puerco trolebús era llegar al centro histórico y subir a casa a dormir. No había malestar, no había preocupaciones y empezaba a experimentar bastante tranquilidad, todo se fue a la verga el rato que el tipo ese agarró mi mano y se mordió el labio inferior.
Generalmente soy un tipo tranquilo, pero hoy no lo fui. Instintivamente al ver la actitud de ese individuo hacia mí solté la mochila, miré fijamente el centro de su nariz, cerré mi puño izquierdo y se lo estampé en la cara. Su camiseta color salmón inmeditamente se tornó roja, mi antebrazo no para de dolerme y el golpe del guardia de la estación donde me obligaron a bajarme me duele aun mas.
Lo que faltaba para terminar el día

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Asi ves lo que sentimos nosotras cuando los hombres se permiten ese tipo de cosas!! como objeto!

Anónimo dijo...

que comentario mas desatinado, no esta hablando de hombre-mujer, mujer-hombre, si quieres quejarte busca el tema correcto