Los griegos designaban con este nombre a la sacerdotisa que daba a conocer los oráculos de Apolo en Delfos.
La Pitonisa era elegida entre las doncellas de oscuro pero honrado nacimiento; no se le exigía instrucción alguna y bastaba que pudiese repetir lo que el dios le dictaba. Sólo profetizaba una vez al año, hacia los comienzos de la primavera. Las consultas debían serle presentadas por escrito y selladas. Antes de dar la conveniente respuesta a cuantos iban a consultarla, ayunaba durante tres días, se bañaba en las aguas inspiradoras de Castalia y mascaba hojas de laurel. Después se sentaba sobre el trípode santo colocado sobre una cavidad de la que se desprendía fuerte olor y un vapor embriagador. A medida que la emanación divina la envolvía, sus cabellos se erizaban, su mirada se tornaba feroz, su boca vomitaba espuma y un violento temblor se apoderaba de todo su cuerpo. Dominada por esta dolorosa crisis, luchaba contra los sacerdotes que la retenían sobre el trípode a viva fuerza; lanzaba estridentes gritos y sembraba el espanto en la asamblea. No pudiendo, al fin, resistir por mas tiempo al dios que la subyugaba, profería a intervalos palabras mal articuladas que los ministros recogían con sumo cuidado, para arreglarlas a su manera y darles un ritmo, una trabazón y un sentido que no tenían al salir de la boca de la sacerdotisa. Al acabar de anunciar los oráculos, a Pitonisa era retirada del trípode y conducida a su casa, donde pasaba muchos días restableciéndose de sus fatigas, y aun, con frecuencia, a su entusiasmo convulsivo seguíase una muerte súbita.
El oráculo habló primeramente en verso, pero a algunos viajeros maliciosos parecióles extraño que el dios de la poesía produjese versos tan desprovistos de toda belleza, por lo cual, desde entonces, la sacerdotisa habló en prosa.
La Pitonisa era elegida entre las doncellas de oscuro pero honrado nacimiento; no se le exigía instrucción alguna y bastaba que pudiese repetir lo que el dios le dictaba. Sólo profetizaba una vez al año, hacia los comienzos de la primavera. Las consultas debían serle presentadas por escrito y selladas. Antes de dar la conveniente respuesta a cuantos iban a consultarla, ayunaba durante tres días, se bañaba en las aguas inspiradoras de Castalia y mascaba hojas de laurel. Después se sentaba sobre el trípode santo colocado sobre una cavidad de la que se desprendía fuerte olor y un vapor embriagador. A medida que la emanación divina la envolvía, sus cabellos se erizaban, su mirada se tornaba feroz, su boca vomitaba espuma y un violento temblor se apoderaba de todo su cuerpo. Dominada por esta dolorosa crisis, luchaba contra los sacerdotes que la retenían sobre el trípode a viva fuerza; lanzaba estridentes gritos y sembraba el espanto en la asamblea. No pudiendo, al fin, resistir por mas tiempo al dios que la subyugaba, profería a intervalos palabras mal articuladas que los ministros recogían con sumo cuidado, para arreglarlas a su manera y darles un ritmo, una trabazón y un sentido que no tenían al salir de la boca de la sacerdotisa. Al acabar de anunciar los oráculos, a Pitonisa era retirada del trípode y conducida a su casa, donde pasaba muchos días restableciéndose de sus fatigas, y aun, con frecuencia, a su entusiasmo convulsivo seguíase una muerte súbita.
El oráculo habló primeramente en verso, pero a algunos viajeros maliciosos parecióles extraño que el dios de la poesía produjese versos tan desprovistos de toda belleza, por lo cual, desde entonces, la sacerdotisa habló en prosa.
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Así que ya sabes adivina de a luca, el curso de astrología por internet y la sangre gitana que supuestamente corre por tus venas no te dan la autoridad para fingir que puedes predecir el futuro y vaticinar incoherencias sin tener los elementos de juicio suficientes... gil!!!
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